Arte Popular de hispano-américa en el Museo Larreta.


En nuestro mal llamado Nuevo Mundo, ámbito cultural de mezcla donde lo insólito y lo disparatado suele ser la realidad cotidiana, estamos en presencia de una estética mestiza y de lo real maravilloso. Esta categoría omnipresente es mestiza por el encuentro conflictivo y radicalmente ambiguo de la América profunda y la América eurourbana; es real por esa presencia viva, latente, cotidiana; y es maravillosa no en el sentido de lo bello, lo hermoso o lo excelente con lo que se la asocia comúnmente, si no en el sentido de lo extraordinario (ya sea bello, feo o terrible), lo asombroso y lo que desborda y rompe las normas establecidas.  


En tanto patrimonio de nuestra América mestiza, esta "sobrenaturalización de lo real", más que una simple entidad estética o estilística constituye una entidad cultural, ontológica, intrínseca de lo latinoamericano y caribeño. Es necesaria entonces, una mirada desprejuiciada sobre su artesanía, sus objetos de uso diario, su simbólica y su imaginería; todos conjuntos patrimoniales de imprescindible puesta en valor. 
Las fuentes del patrimonio estético americano son diversas. Ya sea como apropiación de esas fuentes exógenas o préstamo cultural, como reelaboración o invención, lo esencial es que estas comunidades indígenas y mestizas son protagonistas de su propia producción estética o de la fagocitación por decisión propia de los objetos de producción masiva (donde lo pardo se engulle a lo blanco, lo híbrido a lo puro).  


´Nuestra América y las maravillas de lo popular´
Jorge Ramos de Dios ( fragmento )



Museo de Arte Español Enrique Larreta
Juramento 2291

Visitas guiadas a la muestra
jueves y domingos a las 16.00hs

Cierre
martes 11 de octubre

Los pueblos en su historia han construido creencias basadas en antecesores destacados y únicos, o en eventos míticos que se supone acaecidos, o en la muerte, la vida y los hechos inexplicables de la existencia. Los seres humanos construyen su universo, lo explican y arman su identidad a través de esos imaginarios.

Los pueblos indígenas de América, ante la conquista por los europeos en el siglo XVI y la fuerza de la tradición Cristiana que se impuso sobre los cultos prehispánicos, generó una diversidad de situaciones, aculturación, superposición y reconstrucción de las creencias. La influencia de las religiones aportadas por los esclavos africanos tampoco fueron pocas. América en su población de origen indígena mantiene creencias sincréticas en que Dios puede ser la naturaleza o sus formas animales, vegetales o geográficas, un santo puede ser un nahual (animal asociado a una persona), el Diablo un santo (caído finalmente), a quien adorar porque cumple deseos, o las muchas formas que el Cristianismo popular va tomando en cada región del continente.

Es un proceso de creación y recreación constante que continúa vivo en el siglo XXI, en que la competencia de las grandes religiones lleva a buscar refugio en lo cercano, en lo comprensible, en lo que se relaciona con la vida cotidiana y su entorno.