El Perro Fernando, la mascota cultural de Resistencia

Durante los años '50, caminó por las calles de Resistencia  un "ciudadano", que con el tiempo se convertiría en uno de los seres más entrañables de la ciudad, sentimiento que persiste hasta el día de hoy: el Perro Fernando, amigo de intelectuales y bohemios, y la mascota de Resistencia.  

Dicen que su primer amigo fue un cantante de boleros que un día recaló en la ciudad y se llamaba Fernando Ortiz, por quien se atribuye su nombre.

Se ganó la admiración y el amor de todo un pueblo por su excepcional oído musical. No había fiesta de casamiento, cumpleaños, carnaval o concierto al que Fernando no entrara para sentarse junto a las orquestas, o a los solistas, y darles su aprobación meneando la cola o, tras parar las orejas ante el más mínimo furcio, soltar gruñidos y hasta aullidos desaprobatorios.

Era fama que jamás se equivocaba, y los mismos músicos solían aceptar que, en el momento señalado por Fernando, en efecto habían pifiado una nota. Lo que los oídos humanos no advertían, el perrito, implacable, lo denunciaba. Y no había músico que se atreviera a impedir su entrada ni a expulsarlo, porque toda la ciudad confiaba ciegamente en su oído. 


En las navidades su presencia en una casa era siempre buena señal. En la Navidad del ‘57, visitó Resistencia un famosísimo pianista polaco, de apellido Paderewsky. Ofreció un concierto único en el Cine Teatro Sep, el más importante de la ciudad, la sala estaba repleta y Fernando se acomodó bajo el piano de cola (los organizadores siempre explicaban a los músicos visitantes la ineludible presencia del perrito) y a la vista de más de mil personas se diría que Paderewsky y él comenzaron el concierto. 

Nunca se olvidara la impresión de aquel público cuando, en medio de una sonata de Beethoven, de pronto Fernando se puso de pie alzando las orejas y soltó un gruñido. Pareció que el mundo se detenía, pero Paderewsky, todo un profesional, siguió como si nada. Sin embargo, hacia el final del concierto, nuevamente el perrito sacudió las orejas y miró fijo al pianista. Entonces Paderewsky, con europea elegancia, detuvo sus manos, miró al perrito y le dijo, en duro castellano: “Tiene razón, equivoqué dos veces”. E hizo un dacapo y repitió la sonata, que le salió perfecta. El concierto acabó con una ovación, un par de bises y el discreto mutis de Fernando, que, se dijo después, tenía esa noche dos casamientos y un cumpleaños de quince.

Todos lo conocieron y lo adoptaron, como a un hijo, desde el mozo del Bar La Estrella, quien le servía su diaria comida, hasta el Gerente del Banco Nación, con quien desayunaba café con leche con medialunas. No nos podemos olvidar de aquellos vagabundos, a quienes les hacía compañía en esas largas noches invernales, tampoco de aquellos niños, hoy ya adultos que compartían, jugaban y se divertían con él, que fue un simple perro callejero, que nos enseño lo que es la humildad, la solidaridad y el cooperativismo.

Cuentan también, que fue el origen del corte de calle como protesta. Cuando se inauguró la perrera, dicen que una noche fue a parar allí, al otro día una multitud cortó la calle reclamando su liberación.

Cuando Fernando murió, toda la ciudad lo lloró desgarrada. Fue enterrado en la vereda del patio delantero de El Fogón de los Arrieros, bajo una escultura de Víctor Marchesse. Miles de personas cubrieron la calle, las veredas y los balcones hasta más allá de las dos esquinas. Toda la ciudad estaba allí, despidiendo a su perrito.

En la ciudad de Resistencia, existen dos esculturas elaboradas con el corazón y con el mero fin de no olvidar a este pequeño ser que caminó por nuestras calles. Una de esas esculturas se encuentra en la esquina de la Casa de Gobierno, en Avenida 25 de Mayo y Mitre; la otra resguarda su eterna tumba en el umbral del Fogón de los Arrieros - Brown 350-, bajo la escultura hecha en su honor. 

Después, cuando se constituyó en mito y en bronce, escribieron un libro sobre él, le dedicaron innumerables notas, Alberto Cortés creó una canción que lo recuerda y se creó incluso una obra de títeres con esta increíble historia que recorrió salas de teatro de Resistencia y algunas escuelas.

Agradecemos el material cordialmente cedido por la Sra. Andrea Azzetti, de Prensa y Comunicación del Instituto de Turismo del Chaco. 








1 comentario:

  1. El grupo Casablanca le hizo una bella canción llamada Fernando, Un perro singular.-

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